lunes, 8 de agosto de 2016

Periferias existenciales

El corazón aún continúa las digestiones de las experiencias en Linares y Santiago de Aravalle: cuánta suerte tenemos.
Pero estamos de nuevo en marcha, como los titiriteros.
Hace varios años los jóvenes comenzaron a reclamar una experiencia en la que ellos no fueran los creadores, cuidadores, gestores y ejecutores. Algo que fuera para ellos un regalo. Y lo merecen.
Ya sabéis que procuramos tener sonrisas para todas las edades y eso condiciona el horizonte de la actividad. Sin duda, debía tener un corte marcadamente espiritual que favoreciera la contemplación y la meditación.
Aunque se trataba del tercer proyecto veraniego, tenía sentido y, si tiene sentido, y hay fuerzas humanas para ejecutarlo es que es de Dios.
La espiritualidad parece estar asociada a los kms. Hace dos años para darle su última experiencia épica a la furgoneta, camino de Taizé. El año pasado en el recorrido del Camino de Santiago por la ruta inglesa y este año, en busca de las periferias existenciales.
La expresión no es mía, sino del papa Francisco: “Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”.
Pues a eso vamos y esto es lo que queremos compartir contigo. Vamos camino de La Línea de la Concepción a conocer la orilla a la que llegan los emigrantes, después de un día intenso de encuentros con entidades que trabajan con migrantes y refugiados en Madrid.
Mañana vamos a meditar en las playas que ellos sueñan, a orar en las fosas comunes donde descansan quienes no lo lograron, a cruzar el mar que ellos recorren camino de Melilla, a orar ante la valla en la que muchos estrellaron sus luchas y visitaremos Nador para entender el contexto del que proceden.
Cada día un texto de estudio, un rato de retiro personal y encuentros con personas, entidades y proyectos que trabajan a su lado.
Tengo que reconoceros que es un viaje deseado, inquietante, y paradójico. Vamos con muchas ganas de entender, de aprender, de sentir a Dios y con una sensación extraña de saber que caminaremos por espacios de sufrimiento, dolor y muerte que luego abandonaremos por ser poseedores de un pasaporte. Por eso lo haremos descalzos, el signo bíblico de estar en espacio sagrado.
Vienen los que ya conocéis, los héroes de Linares y Santiago. Los que lograron la experiencia de la que siguen hablando jóvenes, chavales y sus familias.
Por eso me atrevo a pediros vuestra oración por ellos. Merecen ser regalados, sentir la presencia del Dios que reconforta. Ojalá esta experiencia sea el mínimo precio que merecen por todo lo que nos han ofrecido.

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